domingo, 5 de agosto de 2007

¿QUIÉN TIENE LA RAZON, EDUARDO FREI MONTALVA O PATRICIO AYLWIN AZOCAR?

El ex presidente Patricio Aylwin fue intensamente entrevistado en los últimos días con motivo del aniversario número 50 del partido Demócrata Cristiano.

Siempre ha sido un personaje polémico, tanto por sus actuaciones como por sus declaraciones.

Mas su gobierno, entre 1990 y 1994, -que significó el reemprendimiento de la democracia en Chile, proceso que estuvo marcado por una difícil transición en que no sólo debió enfrentar las rabietas del ex dictador, sino las aprehensiones de la derecha política y económica sobre la estabilidad del sistema-, lo puso en un legítimo pedestal de figura nacional. Así se entienden los aplausos fervorosos con que es recibido en universidades, actividades del ejecutivo, legislativo, poder judicial y netamente políticas en las que participa.

Por lo mismo, como personaje público e histórico, uno espera grandes cosas de él. Espera, por ejemplo, que desde la perspectiva que debe darle el haber sido actor relevante en la historia del país y del partido, su accionar político se ubique por sobre las pequeñas incidencias del quehacer diario. Debido a ello, sus destempladas declaraciones contra la actual presidenta Michelle Bachelet durante la campaña interna de la Concertación no dejaron de sorprender. Tampoco las recientemente vertidas respecto a los “díscolos”, de quienes dijo, gustan de ser “vedettes”. Agregó con fuerza que “a los parlamentarios que se sienten dueños de sus votos, los pondría en orden. ¡Si un partido es de gobierno, su gente responde al gobierno! Eso forma parte de la esencia del sistema democrático”. Lamento estas declaraciones. Lamento verlo en la arena, en el cuadrilátero de las discusiones pequeñas. Hubiese preferido la sublimación de sus pasiones en pos de traer algo de cordura a la casa demócrata cristiana, dando ejemplo de serenidad y respeto por el otro. Hubiese querido leerlo diciendo algo parecido a lo expresado por Eduardo Frei Montalva, cuando en duras circunstancias dijo: “Otro factor de desintegración nacional que requiere la toma de conciencia colectiva es, a mi juicio, un exceso partidista que va más allá de la natural formación de corrientes políticas organizadas en función de ideas. No existe la solidaridad mínima indispensable para la vida de un país integrado consigo mismo. La conquista del poder se convierte en el supremo objetivo, bajo el supuesto de que todo está permitido para lograrlo. Todos reconocen que los partidos políticos son necesarios no sólo para el mantenimiento de nuestro régimen de libre expresión, sino también para dar al país la riqueza creadora del debate ideológico en el cual se definen los grandes objetivos nacionales. Pero si los partidos –cualquier partido o grupo de partidos-, llegan a considerar la conquista del poder como un objetivo supremo, superior al bien común del país, dejarán de ser verdaderos partidos políticos según el único concepto posible en las leyes de una sociedad democrática”.

“Por otra parte, cada día es más notorio que las directivas de partido, muchas veces de composición anónima, predominan sobre la voluntad de los hombres que han recibido un mandato público y responsable a través de la elección popular, con reglas fijadas por la Constitución y las leyes. Y la mayor parte de las votaciones, desde las más trascendentes, hasta las menores, no se deciden ya en el Parlamento, sino a través de decisiones adoptadas fuera de él por quienes no tienen, ni puede exigírseles, responsabilidad alguna”

Aún a riesgo de recibir críticas por estas líneas, creo importante decir lo que pienso. Saldrán muchos que sinceramente dirán que este comentario es una afrenta a un patrimonio del país y del partido; otros criticarán, porque es lo “políticamente correcto”, pero yo, desde la tribuna de la militante, de la profesional del periodismo, no puedo dejar de formular estos comentarios. En el otoño de su vida, me habría gustado ver a Patricio Aylwin dándonos lecciones de la gran política, de esa que trasciende el partido y la reyerta puntual.




Myriam Verdugo Godoy
Consejera Nacional PDC

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