martes, 14 de agosto de 2007

''NOSOTROS SÍ ENTENDEMOS DE ECONOMÍA''

DICE VICARIO DE PASTORAL SOCIAL Rodrigo Tupper

En entrevista con Universidad de Chile Noticias, el Sacerdote Rodrigo Tupper replicó los dichos de la Senadora Evelyn Matthei que trató de ignorante a la Iglesia en temas económicos, señalando que conocen muy bien los efectos sociales de los malos salarios y las condiciones de trabajo injustas.

El vicario de la Pastoral Social, Padre Rodrigo Tupper, aseguró que a diferencia de lo que pueda creer la Senadora Evelyn Matthei, la iglesia si entiende de temas económicos y por lo tanto tiene muchas cosas que decir al respecto.

En entrevista con Universidad de Chile Noticias, el Sacerdote respondió los dichos de la Senadora que trató de ignorante a la Iglesia en temas económicos, señalándo que conocen muy bien los efectos sociales de los malos salarios y las condiciones de trabajo injustas.

“Uno esperaría que una Senadora haga una crítica bien informada, pero tengo la impresión de que no leyó bien las declaraciones de Monseñor Goic…, nosotros sí entendemos de economía y tenemos una responsabilidad de iluminar desde el evangelio las distintas realidades. Es por eso que temas como la economía nos preocupan mucho…, además que la doctrina social de la iglesia tiene mucho que aportar”, aseguró el Vicario Tupper.

Asimismo, el prelado reafirmó los dichos del Presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Alejandro Goic, sobre un sueldo ético con piso desde los 250 mil pesos. Para Tupper, “Monseñor Goic hace una invitación, a los que puedan, para que paguen un sueldo ético. Hay muchas empresas que por sus utilidades podrían pagar más que el mínimo, pero también se entiende que hay pequeñas empresas que no podrían hacerlo y eso es comprensible”.

Según el representante de la Iglesia, la principal causa de injusticia está en los sueldos de los trabajadores. “Tenemos una inequidad que se marca por los sueldos que se pagan y una manera de distribuir mejor es precisamente logrando que en los lugares en que se puede, se paguen sueldos mayores que el mínimo”, explicó Tupper. Además cuestionó la capacidad de una familia de desarrollarse en las actueles condiciones, señalando que “esto se trata de ponerse en los zapatos de los otros y preguntarse…, ¿Puede un grupo familiar vivir dignamente con 144 mil pesos? Hay que hacer esfuerzos mayores para que los pobres vivan mejor en Chile y yo creo que hoy están las condiciones dadas para que se pueda lograr.”

Respecto a la participación de la iglesia como mediador en el conflicto de los subcontratados en Codelco, el Vicario Tupper aseguró que la iglesia tiene que velar por el bienestar de los trabajadores, ya que a su juicio “bajo la figura de la subcontratación uno ve problemas y hay que discutirlos. La iglesia busca que todos los hijos de la patria vivan con una mayor dignidad y queremos poder sentarnos todos en la mesa del desarrollo y del progreso”, expresó el sacerdote.
Al ser consultado sobre el trato que reciben los trabajadores, Rodrigo Tupper afirmó que “cuando hay un buen trato y buenas condiciones, la producción sube y eso está demostrado en todos los países desarrollados, porque en la medida que la gente esta mejor, produce más…, nadie actúa bien cuando es maltratado”.

En el tema de declarar feriado el próximo 17 de septiembre, el Vicario de los Trabajadores reconoce que es un tema técnico, pero que explica que “para un trabajador que tiene un sueldo fijo esto es muy bueno, pero para quien gana por día de trabajo no es tan favorable. Está bien por el descanso y la familia, pero no me parece una mala idea recuperar ese día para que el país no pierda, porque si afecta la producción, los perjudicados serán los pobres”, concluyó el padre Rodrigo Tupper.

CONCENTRACIÓN DEL PODER ECONÓMICO

Por Hernán Bosselin Correa

Los recientes conflictos laborales preocupan a la opinión pública. Los gremios empresariales han expresado su alarma e inquietud respecto de la organización de los trabajadores en las luchas emprendidas a raíz de la subcontratación.

Esta, como dice el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile, es una realidad muy extendida en el mundo, sobre todo en las grandes empresas y se ha ido convirtiendo en un mecanismo destinado a disminuir los costos laborales, estructurando muchas veces un régimen laboral que no se realiza en condiciones dignas y justas.

La concentración económica es en Chile, una realidad. Palabras más o palabras menos, la misma es defendida por los sectores que se muestran partidarios de la economía neoliberal. Estos afirman que el proceso de globalización requiere para estimular el crecimiento económico una mayor concentración de la riqueza.

A mayor concentración económica, existiría, según esas personas, un mayor crecimiento y ello acarrearía la prosperidad general.

Cada vez que se incrementa la concentración económica y se protesta y reclama en contra de ella, surgen dirigentes empresariales y políticos, bien sea independiente, de oposición e incluso de gobierno, afirmando que no se pueden hacer críticas hacia el proceso, por ser el mismo muy favorable para el progreso del país.

No es extraño que ante tan intensa concentración económica, los trabajadores, el mundo laboral, el mundo sindical esté desarrollando, como una reacción lógica y natural, un mayor grado de asociación.

Por eso se busca aumentar los niveles de la negociación colectiva, para que ésta no sólo se realice a nivel de empresas, sino por sectores o ramas de la actividad productiva.

Esas negociaciones colectivas, que son las que preocupan y alarman a ciertos sectores empresariales muy poderosos están dentro de la lógica de la economía. A un gran poder, a una gran concentración económica, la naturaleza de las cosas, impone como respuesta legítima la unidad laboral, la unidad del mundo del trabajo.

Si hay sectores económicos en los cuales las empresas que en él participan se han ido reduciendo, por la vía de fusiones, y en lugar de cien o doscientas empresas distintas, ahora nos encontramos con dos grandes cadenas que absorben la totalidad del mercado, es obvio que los trabajadores tiendan naturalmente a asociarse y unirse en torno a sus intereses comunes para presentar un frente único ante esas grandes cadenas.

Así, progresivamente, a mayor concentración económica al elevarse los grados de conciencia y las necesidades se irán produciendo una mayor fuerza laboral, una mayor unidad de los trabajadores.

Ésta es la respuesta legítima en una economía corporativa de mercado como la que tenemos actualmente, muy centralizada y concentrada.

La subcontratación y toda la compleja realidad social que la acompaña, deja al descubierto los hechos que venimos comentando. Nada se sacará con seguir reclamando en contra del mundo laboral.

Los trabajadores han emprendido una lucha legítima. A ella se sumará la clase media, los profesionales y técnicos y todos los que laboran en forma distinta al gran empresariado. Se sumarán necesariamente los micro y pequeños empresarios, que se verán impelidos igualmente a asociarse y a unirse para poder en esta economía ultra concentrada, relacionarse con el gran poder, en términos más equilibrados. La naturaleza tiende a que las fuerzas se equilibren.

Al respecto cabe recordar el numerando octavo de la declaración de principios de la democracia Cristiana: “El partido sustenta el más amplio derecho de los empleados, de los obreros y campesinos a organizarse en sindicatos, federaciones y confederaciones sindicales, y reclama un régimen jurídico que garantice de manera efectiva ese derecho y la igualdad esencial en el trabajo de todos los trabajadores.

El sindicato, como elemento forjador de la conciencia obrera y del movimiento social, es instrumento de liberación y dignificación proletarias y medio insustituible para hacer valer el aporte de los trabajadores a la comunidad y reclamar el mejoramiento de los niveles de su existencia.

La democracia cristiana desecha las tácticas extremistas como propias de una etapa ya superada del sindicalismo, y afirma que éste tiene la responsabilidad de trabajar por las soluciones progresivas y concretas que los problemas sociales y económicos admitan. La organización sindical debe actuar libre de toda tutela estatal, partidista o patronal, para llevar adelante sus reivindicaciones con máxima unidad”.

Por Hernán Bosselin Correa. Abogado. Miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital
Santiago de Chile, 10 de agosto 2007

viernes, 10 de agosto de 2007

Carta al Director Publicado el 10 de Agosto

No cabe duda que después de la discusión que se ha generado estas últimas semanas respecto a la desigualdad existente en nuestro país, se aclaran varias cosas confusas en la clase política chilena, lo primero tiene que ver con la falta de comprensión de algunos políticos al no entender como se generan las transformaciones sociales, y especialmente como se generan desde una visión humanista cristiana, nosotros los demócratas cristianos no creemos en la concepción materialista de las cosas en donde toda solución a las problemáticas sociales pasa única y estrictamente por la profundización , la corrección o el cambio del modelo económico, nosotros los jóvenes Democratacristianos creemos que la economía esta al servicio de la persona y que en ningún caso el perseguir un modelo económico es el fin último, esto queda más clarificado cuando el obispo Goic se refiere esta semana a lo escandaloso de la desigualdad social en Chile y evidencia claramente que esto pasa por un problema de carácter ETICO y no estrictamente material, esta concepción de las cosas es la que nos identifica y en la que creemos, “generar una transformación social a través de un cambio cultural” en donde predomine la moral por sobre el lucro, la solidaridad por sobre el individualismo y la responsabilidad social por sobre la caridad.

Héctor Garate Wamparo
Presidente Nacional JDC

CARTA PUBLICADA EN EL MERURIO martes 7 de agosto 2007

Señor Director:

Hoy, inmerso en toda esta discusión sobre las responsabilidades políticas de unos y otros actores respecto al actuar del gobierno, ha quedado en evidencia la poca claridad de la alianza de derecha al sostener con pocos argumentos y mas pirotecnia sus criticas hacia algunos personeros de Estado, para nosotros los jóvenes Demócrata Cristianos quienes sostenemos en las calles, universidades, colegios, y en las poblaciones, la defensa de nuestros valores y los de la concertación, vemos que todo lo sucedido, ha dado respuesta a una pregunta constante que nos veníamos haciendo hace mucho tiempo y que era ¿cuál es el proyecto político de la Concertación?.

Hoy han quedado en claro dos visiones dentro de la Concertación y junto con ello nace un fenómeno que nos vuelve a llenar de esperanza a las nuevas generaciones de jóvenes concertacionistas y es el claro liderazgo y la consecuencia de nuestro camarada Ministro del Interior Belisario Velasco, quien no sólo ha logrado representar a todos los sectores de la Democracia Cristiana en lo referido a su visión de país -que ya ese solo hecho es inédito y esperanzador-, sino que además a logrado representar a nuestros mismos compañeros de alianza respecto al proyecto político de la Concertación y al futuro que queremos para nuestra nación.

Héctor Gárate Wamparo
Presidente Nacional JDC

CONCENTRACION DEL PODER ECONOMICO Y UNIDAD DE LOS TRABAJADORES

9 de Agosto de 2007.
Hernán Bosselin Correa
Abogado

Los recientes conflictos laborales preocupan a la opinión pública. Los gremios empresariales han expresado su alarma e inquietud respecto de la organización de los trabajadores en las luchas emprendidas a raíz de la subcontratación. Esta, como dice el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile, es una realidad muy extendida en el mundo, sobre todo en las grandes empresas y se ha ido convirtiendo en un mecanismo destinado a disminuir los costos laborales, estructurando muchas veces un régimen laboral que no se realiza en condiciones dignas y justas.

La concentración económica es en Chile, una realidad. Palabras más o palabras menos, la misma es defendida por los sectores que se muestran partidarios de la economía neoliberal. Estos afirman que el proceso de globalización requiere para estimular el crecimiento económico una mayor concentración de la riqueza. A mayor concentración económica, existiría, según esas personas, un mayor crecimiento y ello acarrearía la prosperidad general. Cada vez que se incrementa la concentración económica y se protesta y reclama en contra de ella, surgen dirigentes empresariales y políticos, bien sea independiente, de oposición e incluso de gobierno, afirmando que no se pueden hacer críticas hacia el proceso, por ser el mismo muy favorable para el progreso del país.

No es extraño que ante tan intensa concentración económica, los trabajadores, el mundo laboral, el mundo sindical esté desarrollando, como una reacción lógica y natural, un mayor grado de asociación. Por eso se busca aumentar los niveles de la negociación colectiva, para que ésta no sólo se realice a nivel de empresas, sino por sectores o ramas de la actividad productiva. Esas negociaciones colectivas, que son las que preocupan y alarman a ciertos sectores empresariales muy poderosos están dentro de la lógica de la economía. A un gran poder, a una gran concentración económica, la naturaleza de las cosas, impone como respuesta legítima la unidad laboral, la unidad del mundo del trabajo. Si hay sectores económicos en los cuales las empresas que en él participan se han ido reduciendo, por la vía de fusiones, y en lugar de cien o doscientas empresas distintas, ahora nos encontramos con dos grandes cadenas que absorben la totalidad del mercado, es obvio que los trabajadores tiendan naturalmente a asociarse y unirse en torno a sus intereses comunes para presentar un frente único ante esas grandes cadenas.

Así, progresivamente, a mayor concentración económica al elevarse los grados de conciencia y las necesidades se irán produciendo una mayor fuerza laboral, una mayor unidad de los trabajadores. Ésta es la respuesta legítima en una economía corporativa de mercado como la que tenemos actualmente, muy centralizada y concentrada.

La subcontratación y toda la compleja realidad social que la acompaña, deja al descubierto los hechos que venimos comentando. Nada se sacará con seguir reclamando en contra del mundo laboral. Los trabajadores han emprendido una lucha legítima. A ella se sumará la clase media, los profesionales y técnicos y todos los que laboran en forma distinta al gran empresariado. Se sumarán necesariamente los micro y pequeños empresarios, que se verán impelidos igualmente a asociarse y a unirse para poder en esta economía ultra concentrada, relacionarse con el gran poder, en términos más equilibrados. La naturaleza tiende a que las fuerzas se equilibren.

Al respecto cabe recordar el numerando octavo de la declaración de principios de la democracia Cristiana: “El partido sustenta el más amplio derecho de los empleados, de los obreros y campesinos a organizarse en sindicatos, federaciones y confederaciones sindicales, y reclama un régimen jurídico que garantice de manera efectiva ese derecho y la igualdad esencial en el trabajo de todos los trabajadores. El sindicato, como elemento forjador de la conciencia obrera y del movimiento social, es instrumento de liberación y dignificación proletarias y medio insustituible para hacer valer el aporte de los trabajadores a la comunidad y reclamar el mejoramiento de los niveles de su existencia. La democracia cristiana desecha las tácticas extremistas como propias de una etapa ya superada del sindicalismo, y afirma que éste tiene la responsabilidad de trabajar por las soluciones progresivas y concretas que los problemas sociales y económicos admitan. La organización sindical debe actuar libre de toda tutela estatal, partidista o patronal, para llevar adelante sus reivindicaciones con máxima unidad”.

jueves, 9 de agosto de 2007

LA IGNORANCIA DE EVELYN MATTHEI

Alvaro Ramis

La senadora Evelyn Matthei ha formulado una de esas frases que es bueno recordar y analizar con detenimiento: "Monseñor Goic creo que tiene muchas cosas que explicarle al país, porque no tiene idea de economía y se está metiendo en cosas muy difíciles". Se refiere, en general, al rol que el presidente de la Conferencia Episcopal jugó como mediador en el conflicto de los trabajadores subcontratados de Codelco, pero en particular a su llamado a los empresarios para que establezcan un "sueldo ético", por sobre el mínimo, cuando obtuvieran utilidades."Tengo buena opinión de lo que dijo monseñor Goic en el conflicto de Codelco, lo que hizo en la intermediación, pero me gustaría preguntarle si él cree que una persona que da empleo pero no paga el sueldo, según él ético, es una persona no ética, o si preferiría que ese empresario sencillamente cerrara la empresa y no diera empleo", cuestionó la senadora, agregando que "mucha gente que realmente no tiene idea de economía empieza a hablar y con sus dichos aumenta las presiones para este tipo de movilizaciones".

Suele ocurrir que la soberbia es una de los ropajes de la ignorancia. Y por ese motivo, cuando se escuchan voces que no concuerdan con las propias, se recurre a la descalificación burda y grosera. Afortunadamente, en este tipo de ataques en vez de descalificar al aludido, denigran al propio acusador, revelando su inconsistencia y estrechez de juicio. En este caso es evidente que para la señora Matthei la economía es una ciencia exacta, regida por leyes en las que solo pueden intervenir los iniciados en las tecnocráticas artes de la administración y las finanzas. Desafortunadamente, esta visión no sólo es frecuente en ella, sino también en la formación de la mayoría de las escuelas de economía de nuestro país. El reduccionismo del paradigma neoliberal ha vaciado al análisis económico de su dimensión filosófica y ética, derivando en una técnica regida por leyes inmodificables, autofundadas, que no necesitan mayor justificación que su mera existencia.

Sin embargo, toda la historia de la economía nos muestra que el objetivo fundamental de su estudio ha sido lograr establecer mecanismos de administración y asignación de los recursos que permitan el bien común de la sociedad. Por ese motivo, ya Aristóteles distinguía entre la economía, entendida como la administración prudente y justa de los bienes, y la crematística, entendida como el arte de hacerse rico, o de adquirir riquezas. La senadora Matthei pareciera saber mucho de esta última ciencia pero carece de todo conocimiento sobre una ciencia social que debería ayudarnos a convivir bajo criterios de justicia y dignidad.

Monseñor Goic, al hacer referencia al establecimiento de un sueldo ético se sostiene un una tradición conceptual que atraviesa la historia de occidente. Se trata un concepto que nace de la más autentica tradición de fe cristiana, y que durante siglos se llamó Salario Justo. De este concepto habló Santo Tomás de Aquino, la encíclica Rerun Novarun, y la Doctrina Social de la Iglesia. Se trata de un sueldo por hora suficiente para pagar los gastos de vida más esenciales para un trabajador y su familia. O como lo explica el catecismo "El trabajo debe ser remunerado de tal modo que se den al hombre posibilidades de que él y los suyos vivan dignamente su vida material, social, cultural y espiritual, teniendo en cuenta la tarea y la productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común" (Catecismo nº 2434).

Por lo tanto, pagar un sueldo ético no es una ocurrencia pasajera de un obispo. Es un concepto que perfectamente puede ser cuantificado y determinado, tal como lo hizo Mons. Goic cuando afirmó: "por lo menos todos los que puedan, no paguen el sueldo mínimo legal, sino que por lo menos 250 mil pesos. Eso sería un primer paso". En un país en el que nos han repetido como cantinela, por treinta años, que sólo bajando los salarios habrá trabajo para todos estos comentarios han retumbado como un estruendo revolucionario. Sin embargo se trata de la pura y santa doctrina de la Iglesia, que expresada con toda su fuerza parece desconcertar a muchos católicos de comunión frecuente.

Sería interesante que la senadora Matthei revisara en el blog del "intachable" José Piñera, una figura que no puede ser descalificada como heterodoxa en materia económica. Allí encontrará una interesante carta sobre el salario justo, enviada a su tío, el Obispo Bernardino Piñera, en julio de 1981, que puede ilustrarle un poco a lo que se refiere Monseñor Goic. Sería una oportunidad inestimable de aprender un poco de economía. Aunque sea tarde en su vida.

Alvaro Ramis.Teólogo.Centro Ecuménico Diego de Medellín.Editor General de la Revista Pastoral Popular.Asesor Académico adjunto del Instituto Jorge Ahumada y Columnista permanente de la Revista Impacto.

CORRECCION DEL MODELO Y TV DIGITAL

Desde la perspectiva del bien común, uno de los principales problemas que aqueja a nuestra sociedad es la alta concentración económica. El sistema permite la concentración de las inversiones y también de los mercados. Consecuentemente, esto se traduce en la inexistencia de competencia real.

En el caso del mercado de las comunicaciones en nuestro país, este fenómeno no es ajeno. Todos sabemos a quien pertenece la propiedad de medios televisivos, radiales y escritos. También existe conocimiento de las cadenas de soportes comunicacionales adquiridas por uno y otro grupo económico.

A la luz de estos antecedentes y a propósito de que, durante el último periodo, se ha gestado una interesante discusión respecto a la incorporación de la televisión digital en nuestro país, me parece relevante mencionar que uno de los elementos presentes en el debate es la normativa que pudiera eventualmente regirnos: Norteamericana, Europea o Japonesa. ¿En qué se diferencian? ¿Qué importancia tiene la elección que finalmente adopte Chile al respecto?.

Todas ellas proponen una alta definición y ancho de banda mínimo de 6 MHz, sin embargo, la normativa norteamericana no permite “tantos canales”, a diferencia de las otras dos normativas que permiten mayor variedad de canales. (Es necesario precisar, sin embargo, que un sistema de Televisión Digital Terrestre, TDT, ofrece necesariamente menos canales que el cable o la televisión digital).

La búsqueda debe estar dirigida no sólo a lograr una mejor calidad en la imagen y el sonido, sino también a obtener contenidos atractivos que permitan al público mayor conocimiento; opción de elegir en un contexto de pluralidad; argumentos interesantes que enriquezcan la opinión; mejores propuestas creativas; un mayor acercamiento a la innovación y a patrones de consumo de Internet.

En este contexto la norma europea puede ser una opción razonable para la realidad chilena por lo siguiente:

Proporcionalmente sale más barato a los compradores de receptores ya que la mayor inversión deben hacerla los canales en equipos de transmisión.

Permite mayor diversidad y pluralidad de contenidos.

Se desconcentraría la torta publicitaria que hoy se reparten unos pocos canales.

Probablemente se minimizarían los costos de avisar masivamente (existiría mayor oferta de espacios publicitarios).

Podría existir televisión regional y/o local.

Técnicamente, permite la transmisión a equipos portátiles.

Permite la especialización de los canales de acuerdo a temas de interés.

Otorga mayor posibilidad de ofertar programas culturales que reafirmen la identidad nacional.

Considerando que existen diferentes intereses económicos en este tema, sólo me resta decir que desde el punto de vista del consumidor, lo más adecuado sería contar con multiplicidad de canales y como ciudadana chilena esperar que, en esta oportunidad, las concesiones sean otorgadas por periodos de tiempo definidos y no “a perpetuidad” como en el caso de los actuales canales de televisión abierta.

María Teresa Cortés
Directora General
Marketing Trade Comunicaciones

miércoles, 8 de agosto de 2007

Política: ¿LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN EL PARTIDO DEMÓCRATA CRISTIANO?

Por Hernán Bosselin Correa

La sanción aplicada al senador Adolfo Zaldívar por declaraciones públicas no se sustenta racionalmente y viola la garantía constitucional de la libertad de expresión sin censura previa y carece de toda validez conforme al principio de la supremacía constitucional del inciso final del artículo 7º de la Constitución Política de la República.

La mayoría de los miembros del Tribunal Supremo el 31 de Julio de 2007, emitieron una declaración mediante la cual pretenden aplicar al Senador Adolfo Zaldívar, ex Presidente Nacional del Partido Demócrata Cristiano, la sanción de amonestación por haber efectuado declaraciones públicas a través de los medios de comunicación discrepando del acuerdo del Consejo Nacional del Partido que ordenó a sus parlamentarios votar favorablemente proyectos de ley destinados a inyectar dinero a los operadores privados del Transantiago.

Dicha declaración del Tribunal Supremo contraviene manifiestamente el ordenamiento constitucional chileno, los principios generales del derecho y los principios y valores del humanismo cristiano, toda vez que para aplicar tal sanción se ha construido la resolución que analizamos sobre la base de dos graves infracciones legales:

a) Manifiestamente se ha discurrido en contra del derecho fundamental de la libertad de expresión, estableciendo la censura previa, prohibida expresamente en la Constitución Política de la República; y

b) Se ha alterado claramente el fondo de la controversia efectiva promovida por la denuncia de la Mesa Directiva que consistía en la supuesta violación de una orden de votación válida del Consejo Nacional, la que aparece sustituida, en la resolución del Tribunal Supremo por la conducta de haber realizado declaraciones públicas anunciando que se iba a votar en contra de los proyectos de ley mencionados por razones elevadas de conciencia; en la resolución del 31 de julio, el Tribunal Supremo omitió completamente examinar y analizar el Capítulo I de la Contestación del Senador Zaldívar titulado “ANTECEDENTES SOBRE LA FALTA DE JURISDICCIÓN DEL TRIBUNAL SUPREMO Y SOBRE LAS CARACTERÍSTICAS VERDADERAS DE LOS ILEGÍTIMOS E ILEGALES CARGOS QUE CONTESTO Y RECHAZO”, para encajar artificiosamente la materia en el artículo 14 letra b) de los Estatutos del Partido, disposición que por violar la prohibición constitucional de la censura previa, es nulo y carece de toda validez.
Paso a desarrollar las afirmaciones precedentes.

Careciendo de jurisdicción, competencia y atribuciones para conocer la materia, y actuando en un procedimiento que es insanablemente nulo, el Tribunal Supremo del Partido Demócrata Cristiano con fecha 31 de Julio de 2007, declaró en los considerandos que sirvieron de base para aplicar al Senador Adolfo Zaldívar, una inconstitucional e ilegal sanción de amonestación lo siguiente:

“Que en el Partido Demócrata Cristiano, en el cual las decisiones políticas se adoptan en forma democrática, por sus órganos competentes y después de posibilitar el pleno intercambio de debate de opiniones –como sucedió en el caso que motiva la denuncia de autos-, no es permisible que dichos acuerdos sean cuestionados públicamente por sus militantes –y que si bien es admisible que los parlamentarios puedan votar y argumentar en el Congreso de manera discordante con la posición del Partido –como se precisará más adelante-, ese privilegio sólo puede ejercerse en Sala o en Comisión, pero nunca será aceptable que en forma pública y notoria hagan presente tal desacuerdo” (Considerando Sexto).

“Que , por tanto, la excepción al deber de acatar los acuerdos partidarios consiste en el privilegio legal que tienen los parlamentarios, sólo en el acto de emitir su voto o manifestar su opinión, en sesión de Sala o de Comisión, de no atenerse a seguir las orientaciones del Partido y en que no pueden recibir orden acerca de como votar, pero ello no los habilita para contradecir o impugnar en forma abierta, pública y reiterada las resoluciones que el Partido haya adoptado democráticamente por sus organismo competentes ……” (Parte del considerando Décimo Primero).

“Y que …. en ningún caso podrán los partidos políticos dar órdenes de votación a Senadores y Diputados ni realizar recomendaciones, en los casos en que el Senado esté llamado a obrar como jurado” (Artículo 61 de la Constitución Política y 32 de la Ley Orgánica Constitucional de Partidos Políticos).

En resumen, las ideas fuerzas de los miembros de mayoría del Tribunal Supremo son:

a) “No es permisible que dichos acuerdos sean cuestionados públicamente por sus militantes”.
b) “Pero nunca es aceptable que en forma pública y notoria hagan presente tal desacuerdo”.
c) “Que los parlamentarios no pueden recibir órdenes acerca de cómo votar”.
d) ”Que no los habilita para contradecir o impugnar en forma abierta, pública y reiterada las resoluciones que el Partido haya adoptado”.

Analizando la materia desde el punto de vista de la razón se puede afirmar que los miembros del Tribunal Supremo en forma no unánime, argumentando contra la lógica más elemental sostienen que las cosas pueden ser y no ser al mismo tiempo y que podemos estar completamente de día y completamente de noche a la misma hora.

Es sabido que el principio de no contradicción es una exigencia del pensamiento racional (junto al principio de identidad y al principio del tercero excluído representa la base de la lógica aristotélica clásica); en principio de no contradicción en innato, se halla en el alma humana sin necesidad de haber sido aprendida y conforme a ese principio una proposición o afirmación no puede ser verdadera y falsa a la vez.

Según Aristóteles “no puede hablarse de algo que es y no es al mismo tiempo y sobre el mismo tema”; sin embargo, los miembros de mayoría del Tribunal Supremo, contrariando ese principio innato, afirman que algo es y no es al mismo tiempo, y sobre el mismo tema.

En efecto, afirman, por una parte, que los parlamentarios en las Salas y Comisiones del Senado y de la Cámara de Diputados pueden votar en contra de las órdenes del Partido toda vez que a su juicio gozan de dicho privilegio o atribución, dado que esas órdenes son inconstitucionales; sin embargo, a la vez dicen esos mismos miembros del Tribunal Supremo que, los parlamentarios no pueden, fuera del recinto físico de edificio del Congreso Nacional, declarar o manifestar públicamente que no comparten la orden de Partido inconstitucional, y legal y antiestatutario dada por el Consejo Nacional del Partido, porque ello afectaría una resolución supuestamente democrática de éste; en circunstancias que, previamente, esos miembros del tribunal Supremo han dejado establecido en términos inamovibles en sus considerandos que los partidos no pueden dar órdenes o instrucciones a sus Diputados y Senadores para que voten en el Parlamento porque ello viola la Constitución Política.

Resulta así, y en definitiva, que tales argumentos de los miembros de mayoría del Tribunal Supremo no se entiende racionalmente, y destroza la lógica por afirmar que las cosas pueden ser y no ser a un mismo tiempo y sobre el mismo tema.

Así, con esa forma de argumentación, que contradice el principio innato de no contradicción, los miembros de mayoría del Tribunal Supremo se atreven y arriesgan a sostener que los parlamentarios y militantes demócratas cristianos no pueden criticar públicamente los acuerdos adoptados por el Consejo Nacional del Partido, violando la libertad de expresión que es un derecho fundamental, inalienable, inherente a todas las personas y un requisito indispensable para la existencia misma de una sociedad democrática.

Han hecho una interpretación no sistemática de las disposiciones de los Estatutos del Partido, al margen del contexto constitucional vigente, consagrando una verdadera censura previa, interferencia o presión directa o indirecta sobre cualquier expresión, opinión o información de un Diputado o Senador o de un simple militante del partido, difundida a través de cualquier medio de comunicación oral, escrita, visual o electrónico, que critique, observe o cuestione un acuerdo o resolución del Consejo Nacional del Partido, pese a que dichos acuerdos consistan en dar una orden de votar a los parlamentarios, orden que según el propio Tribunal Supremo es inconstitucional e ilegal.

La censura previa que es lo que está en el fondo de la argumentación del Tribunal Supremo y que éste explícitamente pretende validar como razón principal para sancionar al Senador Zaldívar, viola la garantía constitucional del Nº 12 del artículo 19, del artículo 13 Nº 1 del Pacto de San José de Costa Rica –Convención Americana Sobre Derechos Humanos-, y del artículo 19 Nºs 1 y 2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos adoptado por la Asamblea General de Las Naciones Unidas; Convenciones Internacionales que en Chile tiene valor de ley, pese a lo cual la mayoría del Tribunal Supremo las viola y transgrede, al negar a los Diputados y Senadores y consecuencialmente a todos los militantes del Partido, el derecho a criticar públicamente los acuerdos del Consejo Nacional, aunque se trate de acuerdos o resoluciones que ese mismo Tribunal Supremo considera que son inconstitucionales.

De acuerdo con la Constitución Política de la República y las Convenciones Internacionales mencionadas “Nadie podrá ser molestado a causa de sus opiniones”; y toda persona tiene derecho a la libertad de expresión, a la libertad de emitir opiniones y de informar sin censura previa, sin restricciones o prohibiciones previas.

Un simple acuerdo del Consejo Nacional del Partido Demócrata Cristiano de ninguna manera puede estar al margen de la crítica pública por parte de los propios parlamentarios y militantes del Partido; establecer la prohibición de criticar públicamente, es consagrar la censura previa y ello conculca manifiestamente la libertad de expresión.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que “Es posible afirmar que una sociedad que no esté bien informada no es plenamente libre” ¿Cómo vamos a construir y a vivir en una sociedad plenamente libre si se sostiene, en un salto lógico evidente y en una aberración jurídica total que, sería supuestamente democrático prohibir la crítica pública de los militantes y parlamentarios del Partido Demócrata Cristiano respecto de acuerdos de su Consejo Nacional? ¿Qué democracia es esa?.

La Democracia Cristiana siempre, en sus raíces, en su fundación, y a lo largo de toda su historia ha luchado denodadamente por las libertades públicas, por los derechos fundamentales de las personas y por cierto por la libertad de expresión; jamás ha aceptado la Democracia Cristiana coartar o restringir la crítica pública. Basta leer los principios fundamentales de la Falange Nacional y los principios del Partido Demócrata Cristiano para concluir que los mismos están construidos a partir del pleno ejercicio de las mencionadas libertades.

¿A caso los parlamentarios y militantes del Partido Demócrata Cristiano sólo pueden hablar y criticar los acuerdos y resoluciones de sus órganos internos en forma secreta, confidencial o reservada y jamás a través de los medios de comunicación social, en una sociedad como la actual que es democrática, de información y conocimiento y que valora y privilegia la transparencia de los actos de las autoridades y personas?.

Es conveniente recordar lo siguiente:

“Resulta oportuno destacar aquí, en atención a la naturaleza de la cuestión debatida, que la libertad de opinión o expresión es, dentro de los derechos esenciales del individuo amparados por la Constitución, uno de los principales o de máxima jerarquía, puesto que constituye un verdadero presupuesto o condición normal que posibilita el ejercicio de casi la totalidad de los restantes derechos y el disfrute de las libertades fundamentales reconocidas en cualquiera sociedad que se estime organizada de acuerdo a un régimen democrático” (Revista de Derecho y Jurisprudencia Nº 71095-4, 1980, páginas 191 y 203).

La Corte Suprema de los Estados Unidos de Norteamérica ha dicho que “La garantía constitucional de la libertad de expresión …. fue creada para asegurar el irrestricto intercambio de ideas con el objeto de provocar los cambios políticos y sociales deseados por el pueblo”.

El Tribunal Supremo del Partido Demócrata Cristiano estima que hacer declaraciones públicas discrepando de los acuerdos del Consejo Nacional constituiría una conducta que afectaría los intereses políticos permanentes del Partido y la convivencia democrática fraterna y disciplinada de los militantes, al tenor del artículo 14 de los Estatutos (Ver Considerando Sexto).

¿Puede considerarse conforme a la razón y el buen sentido que hacer declaraciones públicas objetando o cuestionando los acuerdos del Consejo Nacional constituye un atentado en contra de la convivencia democrática fraterna?.

La fraternidad consiste en respetar la dignidad de las personas. Sin respeto de la dignidad de las personas, en las relaciones humanas, públicas y privadas, no se puede hablar de fraternidad de ninguna especie. Si se sostiene por el Tribunal Supremo que los militantes del Partido no pueden criticar públicamente las resoluciones del Consejo Nacional, obviamente se está despojando a esos militantes, sean parlamentarios o no, de derechos fundamentales, se está desconociendo la dignidad intrínseca de todos ellos. Ignorar tales principios y valores, negarle a la militancia el derecho a discrepar públicamente, es una conducta que contraviene la fraternidad.

Prohibir la crítica pública, por dura que esta sea es hacer tabla rasa de la camaradería, de la fraternidad y de la amistad. En consecuencia, lejos de entender que discrepar públicamente es atentar en contra de la convivencia democrática fraterna, moral y racionalmente debe entenderse que manifestar críticas públicas es el ejercicio legítimo de la libertad de expresión, derecho fundamental, inherente a todas las personas.

Si éstas son despojadas del derecho a formular críticas públicas, no puede hablarse de fraternidad de ninguna especie. Es por estas razones que la norma del artículo 14 letra b) de los Estatutos del Partido Demócrata Cristiano que afirma que es una infracción hacer declaraciones o publicaciones por cualquier medio de difusión contraviniendo acuerdos políticos, es una disposición nula por contravenir el ordenamiento constitucional y las Convenciones Internacionales sobre Derechos Humanos que hemos citado.

No es racional y no está de acuerdo con el derecho natural que hacer uso de la libertad de expresión a través de los medios de comunicación y formular críticas, es una falta o una infracción disciplinaria. Conforme a la razón, a las leyes naturales, a las disposiciones de la Constitución Política y a las normas de la Declaración Universal de Derechos Humanos, al Pacto de Derechos Civiles y Políticos y a la Convención Americana Sobre Derechos Humanos, la crítica pública no es una conducta susceptible de ser tipificada como falta, infracción o contravención disciplinaria de ninguna especie dentro de la vida de un partido político de carácter democrático.
Dentro de los ordenamientos jurídicos las normas deben interpretarse de acuerdo con una jerarquía y a partir de las declaraciones y convenciones internacionales referidas y de la Constitución Política de la República.

El Estatuto del Partido Demócrata Cristiano no puede derogar o dejar de aplicar los derechos fundamentales, esenciales y vitales de las personas, no puede abrogar o desconocer la libertad de expresión, ni menos puede establecer la censura previa y consagrar que la violación de tal censura –la prohibición de hacer críticas públicas-, pueda representar una falta o infracción con pretensiones de validez y menos puede aplicarse una sanción a quien no acepta tal censura o prohibición de hacer críticas públicas.

Ese artículo de los Estatutos del Partido es manifiestamente nulo. Esa es la consecuencia natural a que se llega en una interpretación sistemática y no meramente gramatical y aislada, como es la que ha hecho la mayoría de los miembros del Tribunal Supremo sin respetar los principios generales del derecho y las reglas de Hermenéutica Constitucional.

El Partido Demócrata Cristiano es una colectividad política conformada por miles de militantes; ¿cómo los militantes del Partido Demócrata Cristiano, que somos miles nos podemos comunicar unos a otros y de qué manera podemos intercambiar puntos de vista, discrepar y formularnos críticas recíprocas? ¿todo aquello debe realizarse en forma secreta, privada y sigilosa, de persona a persona o bien puede realizarse a través de los medios de comunicación social? ¿es lícito utilizar los medios de comunicación social para comunicarnos entre todos nosotros, o para criticarnos?. ¿ES el Partido Demócrata Cristiano una sociedad secreta, a un círculo privado y hermético o es una sociedad o un cuerpo intermedio democrático?.

Si se afirma que todo debe hacerse en forma privada y que ninguna crítica debe realizarse públicamente y que el Consejo Nacional del Partido Demócrata Cristiano no puede ser criticado públicamente por sus propios militantes, es sencillamente terminar definitivamente con la democracia al interior de la Democracia Cristiana.

Dentro de aquel cuadro, con la crítica pública prohibida o restringida respecto de los órganos o autoridades del Partido, se impide material e intelectualmente que surjan opiniones discrepantes, se imposibilita el ejercicio del dialogo y se consagran mecanismos destinados a eternizar a las mismas autoridades y a los mismos dirigentes, los cuales excluidos de toda crítica pública, dejan de ser dirigentes o líderes propiamente democráticos.

Cuando se sostiene que constituye una infracción disciplinaria hacer críticas públicas a los acuerdos del Consejo Nacional, a sus autoridades y órganos y cuando se dice que ello se aplica a sus parlamentarios, y uno de ellos, nada menos que un Senador de la República y ex Presidente Nacional de Partido, es sancionado se siembra el temor en toda la militancia y se impone el silencio como norma de conducta.

Por ese camino la democracia termina y el Partido Demócrata Cristiano deja de ser una colectividad democrática.

Pienso que los miembros del Tribunal Supremo de la Democracia Cristiana no meditaron sobre ninguno de estos rubros. Así se deduce de los considerandos de la resolución del 31 de julio que estamos comentando en este artículo. Si hubiera existido reflexión y comprensión sobre lo que es la democracia y el régimen republicano de gobierno, y el estado de derecho democrático, necesariamente se habría llegado a las conclusiones a que nosotros hemos arribado.

Afirmamos que la fuerza de las ideas y el valor de los principios del humanismo cristiano y de la democracia republicana ya han dejado sin efecto en su origen e inicio, por su solo ministerio, la resolución del 31 de julio de 2007; y tenemos la convicción que una sanción construida a partir de argumentaciones que violentan el principio innato de la no contradicción tiene solo una precaria existencia material –en el papel-, pero que no ha podido racionalmente estar acompañada de una existencia jurídica real, cierta, verdadera y válida.

Cabe preguntarse la razón por la cual la mayoría del Tribunal Supremo fuerza el principio natural e innato de la no contradicción. ¿Fue una equivocación o una inadvertencia? No. Al contestar la infundada denuncia, en el Capítulo I del escrito, completamente preterido por los miembros del Tribunal en su declaración del 31 de julio, el Senador Adolfo Zaldívar se extendió largamente sobre las pruebas indesmentibles que existen para acreditar que la denuncia real y verdadera –o lo que real y efectivamente ha sido denunciado y sobre lo cual se piden sanciones-, es la votación en el Senado de un proyecto de ley. Se citaron las declaraciones de la Mesa Directiva, de la Presidenta Nacional del Partido y de su Vicepresidente que antes de la votación, e inmediatamente después de ella, incluso en el propio Senado, expresaron que el ex Presidente Nacional del Partido, Senador Zaldívar, iba a ser pasado al tribunal Supremo para que fuera sancionado por el voto mencionado.

Se expresó que dadas dichas declaraciones y reiteradas afirmaciones de la Presidenta Nacional, conforme al principio “venire contra factum propium non valet” (actuar contra las actos propios), no se podía acudir al subterfugio de lo que se pretendía sancionar eran las declaraciones pública y no el voto en el Senado.

Racionalmente las declaraciones de prensa y las inserciones en los medios de comunicación, que se limitan a anunciar o anticipar el voto en el Senado son acciones completamente absorbidas o subsumidas por una única conducta rectora, por una única intención y por un solo curso causal: el voto emitido en la sala del Senado. Esa es la acción final y si ese voto no existiera, la denuncia tampoco habría existido.

Por ello la conducta achacada en una sola y su verbo rector es el voto en el Senado de tal manera que las declaraciones a los medios de comunicación, anunciando o anticipando dicho voto, no pueden ser separadas del voto propiamente tal, a menos que se contradiga la realidad de las cosas y se haga una construcción artificial.

Intencionalmente como se sabe que no se puede sancionar el voto en el Senado por la inviolabilidad parlamentaria y la prohibición de dar órdenes de votación, se construye una sanción sobre la base de pretender castigar las declaraciones públicas que se efectuaron por el Senador Zaldívar anunciando a través de los medios de comunicación que iba a votar en un sentido determinado.

Esa construcción es artificial, por la unidad de la acción y además es inconstitucional porque los parlamentarios se encuentran obligados a comunicarle a la ciudadanía los fundamentos de sus decisiones, por disponerlo así el artículo 5ª de la Ley Orgánica Constitucional del Congreso que dispone que los Senadores y Diputados ejercerán sus funciones con pleno respeto de los principios de probidad y transparencia y la transparencia consiste en promover el conocimiento de los contenidos y fundamentos de las decisiones.

En virtud del principio de transparencia, el Diputado o Senador, no sólo puede, sino que además debe, explicarle a la opinión pública porqué votará de una determinada manera proyectos tan relevantes para las personas.

Nada dijo la mayoría de los miembros del Tribunal Supremo sobre las razones objetivas que el Senador Adolfo Zaldívar tuvo para fundar su voto en conciencia y omitió completamente todo el tema sobre el Transantiago y las sólidas razones que se expresaron en orden a que ese experimento social que convirtió a la población de Santiago en conejillos de india, al haber violado los derechos fundamentales de ésta, autorizaba para votar en conciencia, máxime cuando el artículo 4º del Reglamento del Senado, que es de valor legal al tenor del artículo 4 de la Ley Orgánica del Congreso Nacional obliga a los Senadores votar según el dictamen de su propia conciencia.

Los miembros de la mayoría del Tribunal Supremo, en esta materia, saltándose el problema del Transantiago, se limitaron a copiar literalmente una parte del voto de minoría sobre las cuestiones de conciencia –voto que estuvo por rechazar la denuncia-, para dar vuelta el contenido de dicho voto, dándole una interpretación distinta y utilizándolo como argumento para acoger la denuncia, violando, una vez más, el principio de no contradicción, ya que las cosas no pueden ser y no ser al mismo tiempo y sobre el mismo tema.

Finalmente siempre quedará para quienes intervenimos en esta causa presente todo el tema relacionado sobre la falta de imparcialidad de la mayoría de los miembros del Tribunal Supremo, a los cuales indudablemente les afectaban inhabilidades objetivas derivadas de los cargos públicos que ocupan bajo el mando o supervigilancia de la Suprema Autoridad de La Nación, que naturalmente les impedía entrar a examinar una materia en la cual el tema de fondo verdadero es el voto en el Senado en contra de un proyecto de ley promovido por esa misma Suprema Autoridad de La Nación.

Igualmente siempre quedará presente la inhabilidad sobreviviente alegada oportunamente y proveída insólitamente después de estar dictada la resolución del 31 de Julio, basada en la circunstancia que el 7 de Julio de 2007, en la página C2 del diario El Mercurio de Santiago, antes que el Senador Zaldívar el 13 de Julio compareciera al Tribunal alegando expresamente la falta completa de jurisdicción y competencia de éste, ya se anunciaba que el Tribunal Supremo aplicaría una amonestación por escrito y de que dicho Tribunal, ya habría estado trabajando “en el mas estricto sigilo por la vía de deliberaciones oficiosas”. Nada de esto fue desmentido y por lo cual se prueba que la inhabilidad sobreviviente por falta de imparcialidad objetiva alegada era total y completa.

En conclusión, la sanción aplicada de amonestación por declaraciones públicas no se sustenta racionalmente y al violar la garantía constitucional de la libertad de expresión sin censura previa, carece de toda validez conforme al principio de la supremacía constitucional del inciso final del artículo 7º de la Constitución Política de la República; igualmente, y también como conclusión, queda claro que la mayoría de los miembros del Tribunal Supremo para aplicar la ilegal e inconstitucional sanción, terminaron, seguramente sin darse cuenta por acoger todos los planteamientos del Senador Zaldívar sobre la inviolabilidad parlamentaria planteada en el artículo 61 de la Constitución; conclusión ésta última que debe ser interpretada en el sentido que en la declaración del 31 de julio esa mayoría del Tribunal Supremo ha hecho un fuerte reproche a la Mesa Nacional denunciante y a la mayoría del Consejo Nacional que el 4 de Junio del 2007, tomó el acuerdo de instruir a sus parlamentarios para votar determinados proyectos de ley. El fuerte reproche que hace el Tribunal Supremo a la Mesa Directiva Nacional y a la mayoría del Consejo Nacional –y que en el fondo es una sanción-, se encuentra constituido por el hecho que en la declaración del 31 de julio el Tribunal Supremo declara manifiestamente que las órdenes de votar son inconstitucionales y tienen aparejada la sanción correspondiente establecida en la Ley Orgánica Constitucional de Partidos Políticos.

Por Hernán Bosselin Correa. Abogado. Miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 7 de agosto 2007
Crónica Digital

Comentario a Evaluación Gestión del Gobierno Julio 2007: Un 41,5 % prueba gestión de Presidenta Bachelet. Por primera vez en su mandato, son más los

En el mes de Julio se observa una leve baja en el nivel de aprobación que la oblación hace a la gestión de la presidenta, cifra que se sitúa en un 41,5%. Sin embargo, la proporción de personas que dice “desaprobar” su gestión salta al mayor nivel de su mandato, alcanzando ahora un 42,8%, superando el nivel de aprobación. Es la primera vez que observamos esta situación, esto es desaprobación mayor que aprobación, en esta serie mensual de encuestas que cubre cada uno de los 17 meses transcurridos del gobierno de la Presidenta Bachelet.

El efecto Transantiago, que tan fuertemente pareciera haber golpeado las percepciones de la población desde su inicio en Febrero de este año, parece estar reduciéndose. Prueba de lo anterior es que en Julio desaparece la diferencia de evaluaciones entre Santiago y las regiones, las que ahora se igualan. La evaluación de la gestión presidencial, antes muy inferior en Santiago, ahora mejora. Más aún, la evaluación específica del Transantiago, si bien sigue siendo mala, mejora 4 puntos desde un 13% de aprobación en Junio a un 17% en este mes. La evaluación que se hace de la gestión del Ministro Cortázar, que venía deteriorándose entre Abril y Junio, ahora mejora desde un 22,1% en el mes anterior para pasar a un 25,8% en Julio.

En temas específicos de gestión se observa un cambio positivo en el tema de educación, que había caído el mes anterior, cuando los conflictos estudiantiles fueron más intensos. En sentido contrario, una baja significativa de 8 puntos se observa en el manejo percibido de la economía. El nivel de aprobación de esta materia baja desde un 43% en junio a un 35% en Julio. Como posibles explicaciones para esta caída, cabe mencionar que durante el mes hubo una importante alza de precios, especialmente de alimentos, y un salto de las expectativas inflacionarias. Por otra parte, el conflicto la boral de Codelco estuvo muy presente en la agenda noticiosa.

El tema de la delincuencia se deteriora este mes aún más en las percepciones. En julio, sólo un 10% de la población dice aprobar la gestión gubernamental en esta área, mientras que el 86% la desaprueba. Con esto, la delincuencia se aleja en el extremo inferior como el área peor evaluada del gobierno, situación que, hasta el mes anterior, compartía con el Transantiago.

En atributos personales atribuidos a la mandataria, en este mes continúa el retroceso que hemos observado en los meses anteriores. Su atributo más fuerte sigue siendo el ser “querida por los chilenos”, si bien este aspecto se ha reducido desde un 76% a un 69% entre marzo y julio de este año. Su aspecto relativamente más débil, entre los que se miden en este estudio, es el relativo a su “Liderazgo”, en el que un 47% opina que ella contaría con este atributo.

En lo referente a las coaliciones políticas, continúa el alto nivel de desaprobación a la forma como se percibe se están desempeñando.

Concertación y Alianza empatan en una evaluación muy negativa. El 50% de la población afirma no identificarse con ninguna de las coaliciones políticas existentes, incluyendo la izquierda extra parlamentaria de Juntos Podemos.

Independiente de su posición política, ¿Usted aprueba o desaprueba la forma como Michelle Bachelet está conduciendo su gobierno ?


Independiente de su posición política, ¿Usted aprueba o desaprueba la forma como Michelle
Bachelet está conduciendo su gobierno ?
Independiente de su posición política, ¿Usted aprueba o desaprueba la forma como Michelle
Bachelet está conduciendo su gobierno ?


Independiente de su posición política, ¿Usted aprueba o desaprueba la forma como Michelle
Bachelet está conduciendo su gobierno ? (Por zona)


Independiente de su posición política, ¿Usted aprueba o desaprueba la forma como Michelle Bachelet y su equipo de gobierno están manejando los siguientes temas: ?

Independiente de su posición política, ¿Usted aprueba o desaprueba la forma como Michelle Bachelet y su equipo de gobierno están manejando los siguientes temas: ?



¿Usted aprueba o desaprueba la forma como René Cortazar (el nuevo ministro de Transporte) está manejando el tema del Transantiago?



¿Cuánto cumple la presidenta Bachelet con las siguientes características?
Escala: Mucho- Algo- Poco- Nada


Independiente de su posición política, ¿Usted aprueba o desaprueba.....?


Independiente de su posición política, ¿Usted aprueba o desaprueba.....?


¿Con qué pacto político se siente más identificado?
Alternativas dadas: Alianza – Concertación – Juntos Podemos


domingo, 5 de agosto de 2007

¿QUIÉN TIENE LA RAZON, EDUARDO FREI MONTALVA O PATRICIO AYLWIN AZOCAR?

El ex presidente Patricio Aylwin fue intensamente entrevistado en los últimos días con motivo del aniversario número 50 del partido Demócrata Cristiano.

Siempre ha sido un personaje polémico, tanto por sus actuaciones como por sus declaraciones.

Mas su gobierno, entre 1990 y 1994, -que significó el reemprendimiento de la democracia en Chile, proceso que estuvo marcado por una difícil transición en que no sólo debió enfrentar las rabietas del ex dictador, sino las aprehensiones de la derecha política y económica sobre la estabilidad del sistema-, lo puso en un legítimo pedestal de figura nacional. Así se entienden los aplausos fervorosos con que es recibido en universidades, actividades del ejecutivo, legislativo, poder judicial y netamente políticas en las que participa.

Por lo mismo, como personaje público e histórico, uno espera grandes cosas de él. Espera, por ejemplo, que desde la perspectiva que debe darle el haber sido actor relevante en la historia del país y del partido, su accionar político se ubique por sobre las pequeñas incidencias del quehacer diario. Debido a ello, sus destempladas declaraciones contra la actual presidenta Michelle Bachelet durante la campaña interna de la Concertación no dejaron de sorprender. Tampoco las recientemente vertidas respecto a los “díscolos”, de quienes dijo, gustan de ser “vedettes”. Agregó con fuerza que “a los parlamentarios que se sienten dueños de sus votos, los pondría en orden. ¡Si un partido es de gobierno, su gente responde al gobierno! Eso forma parte de la esencia del sistema democrático”. Lamento estas declaraciones. Lamento verlo en la arena, en el cuadrilátero de las discusiones pequeñas. Hubiese preferido la sublimación de sus pasiones en pos de traer algo de cordura a la casa demócrata cristiana, dando ejemplo de serenidad y respeto por el otro. Hubiese querido leerlo diciendo algo parecido a lo expresado por Eduardo Frei Montalva, cuando en duras circunstancias dijo: “Otro factor de desintegración nacional que requiere la toma de conciencia colectiva es, a mi juicio, un exceso partidista que va más allá de la natural formación de corrientes políticas organizadas en función de ideas. No existe la solidaridad mínima indispensable para la vida de un país integrado consigo mismo. La conquista del poder se convierte en el supremo objetivo, bajo el supuesto de que todo está permitido para lograrlo. Todos reconocen que los partidos políticos son necesarios no sólo para el mantenimiento de nuestro régimen de libre expresión, sino también para dar al país la riqueza creadora del debate ideológico en el cual se definen los grandes objetivos nacionales. Pero si los partidos –cualquier partido o grupo de partidos-, llegan a considerar la conquista del poder como un objetivo supremo, superior al bien común del país, dejarán de ser verdaderos partidos políticos según el único concepto posible en las leyes de una sociedad democrática”.

“Por otra parte, cada día es más notorio que las directivas de partido, muchas veces de composición anónima, predominan sobre la voluntad de los hombres que han recibido un mandato público y responsable a través de la elección popular, con reglas fijadas por la Constitución y las leyes. Y la mayor parte de las votaciones, desde las más trascendentes, hasta las menores, no se deciden ya en el Parlamento, sino a través de decisiones adoptadas fuera de él por quienes no tienen, ni puede exigírseles, responsabilidad alguna”

Aún a riesgo de recibir críticas por estas líneas, creo importante decir lo que pienso. Saldrán muchos que sinceramente dirán que este comentario es una afrenta a un patrimonio del país y del partido; otros criticarán, porque es lo “políticamente correcto”, pero yo, desde la tribuna de la militante, de la profesional del periodismo, no puedo dejar de formular estos comentarios. En el otoño de su vida, me habría gustado ver a Patricio Aylwin dándonos lecciones de la gran política, de esa que trasciende el partido y la reyerta puntual.




Myriam Verdugo Godoy
Consejera Nacional PDC

No nos moverán

Myriam Verdugo G. Periodista.
Presidenta Instituto Jorge Ahumada.
Miembro Consejo Editorial Revista Impacto.
Consejera Nacional PDC

Desde hace semanas que diversos personeros, parlamentarios, ex personeros, voceros y ex progresistas reconvertidos a empresarios vienen desarrollando lo que puede llamarse una “campaña”, cuyo objetivo final sería precipitar la salida de diputados, senadores y militantes que, ante la evidencia de un mal gobierno y de una traición al ideario de justicia y equidad, no han trepidado en objetar o de plano rechazar algunas de las propuestas del gobierno.Las declaraciones van desde: “no sé que hacen en el partido”; “deberían irse la Concertación”, hasta “deberían formar otra bancada”.¿Qué demuestran estas declaraciones? Demuestran intolerancia al debate; intolerancia a la polémica, a la diversidad. Demuestran debilidad. Demuestran incapacidad de convencer. Por supuesto que éstos políticos olvidaron los místicos tiempos de lucha contra la dictadura (aunque no todos los que hoy están estuvieron ayer, cuando se les necesitaba), cuando con valor y entereza repetíamos que “no estoy de acuerdo con tus ideas, pero daría mi vida por tu derecho a expresarlas”.

Se molestaron porque se rechazó el proyecto de ley que proponía la depreciación acelerada a las grandes empresas, iniciativa que se intentó camuflar con lo que no era: una propuesta pro pyme. Se molestaron porque debieron aprobar la entrega de 280 millones de dólares al sistema de transporte en la Región Metropolitana, con el voto de un independiente de derecha.Se enojaron porque se rechazó la propuesta de Mahmud Aleuy y de Edmundo Pérez al directorio de TVN, en circunstancias que ambos no cumplen con los requisitos esperables para alguien que deba integrar un equipo de alta especialidad. Aleuy es un “operador” político (no significa un rechazo a esta “especialidad” en la política) y Pérez es un empresario, ex ministro de defensa lo que no lo habilita para integrar un directorio en el que son temas fundamentales la comunicación, la difusión de la cultura y la libertad de expresión. Muchos menos si días antes se sumaba a estas voces excluyentes al proponer las penas del infierno a quienes se atrevieran a ejercer la libertad de conciencia y de opinión en temas políticos.Como demócrata cristiana más acostumbrada a pensar, opinar y actuar desde lo que llamamos “el pueblo demócrata cristiano”, y por lo tanto a estar en la vereda del frente de los satisfechos, siento que es necesario responder a estos celadores de la DC, de la Concertación y de los que instauraron lo que se llama “políticamente correcto”, esto es no desagradar ni inquietar a los poderes fácticos.

jueves, 2 de agosto de 2007

El Hospital Militar y la salud pública

Juan Sharpe La Nación. 2 – 8 -07

Hay días que los alegra un democratacristiano. No es frecuente pero a veces sucede. Pasó cuando Eduardo Frei Ruiz-Tagle reclamó la estatización del Transantiago, una obviedad que a los cerebros concertacionistas no se les ocurriría plantear porque les significaría asumir que el Estado, o sea ellos en las últimas dos décadas, es el responsable de transportar a cualquier persona que quiera moverse en la región metropolitana.

Prefieren convertir el servicio público de transporte en un volumen de negocios para empresarios ineficaces y frescos, tipos a los que hay que destinar un montón de presupuesto y un ejército de fiscalizadores para que cumplan la ley.

Curiosamente, fue un democratacristiano de viejo cuño republicano el que recordara que en un país hay obligaciones con los gobernados, produciendo una alegría efímera, fugaz, incierta, porque los operadores están dedicados a otras cosas más trascendentes que estos aburridos temas de Estado.

No hay ciudades donde el transporte público sea un negocio privado. Ni Nueva York siquiera. Es una obviedad pero los administradores de ese santo grial llamado “modelo”, no quieren problemas con sus mecenas ni con su memoria. Prefieren mirar para otro lado, y por eso la propuesta de Frei Ruiz-Tagle fue ninguneada completamente apagando esa alegría venida de la raíz democratacristiana.

Ayer, que era otro día gris en este invierno largo como día sin pan, fue la presidenta de ese mismo partido quien vino a alegrar las cosas con una dosis de sentido común y con evidente visión estadista, dos excentricidades en estos tiempos díscolos. Soledad Alvear vino a recordar que el Hospital Militar es una institución pública y que debería pasar al Ministerio de Salud cuando los militares terminen la construcción de su nuevo y magnífico edificio de La Reina. A nadie se le había ocurrido antes, lo que magnifica el sentido común de su reclamo y repone uno de los temas pendientes de esta democracia, que es la inclusión plena de las Fuerzas Armadas en el entramado de la administración pública y para que dejen de operar como un grupo de privilegios en una sociedad con carencias dramáticas en los servicios públicos, sean de salud o no.

Para Alvear derribar el hospital de Providencia con Holanda sería impresentable e inmoral, un alarde moralista con sentido de Estado que alegra un día gris de invierno. Lo increíble es que nadie había advertido que ese edificio público estaba ya dedicado a la especulación inmobiliaria como si el Estado fuera un agente más del mercado especulativo de suelo. Alvear, que está en campaña, no lo olvidamos, fue a dar este recado hasta la oficina del ministro de Defensa asumiendo las peculiaridades de los ejércitos discriminados positivamente. En un país donde los pobres son atendidos y mueren en los pasillos de los hospitales y consultorios, los profetas neoliberales miraban al techo cuando uno de los buenos hospitales públicos estaba entregado a la picota de la demolición. Tuvo que venir otra democracristiana de viejo cuño a alegrarnos con el recordatorio. Ahora la cuestión es quién le pone la firma al decreto que paraliza la especulación de suelo a manos del Estado y recupera un hospital para la red pública.